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31 de agosto de 2008

La Noche Está Maravillosa

Durante una presentación en vivo, tocó su Gibson Les Pauls con tal entusiasmo, que una de las cuerdas saltó. Con certeza ya estaba gastada, fatigada de tanto blues, pero la leyenda se nutre de sostener su rigidez a prueba de todo tipo de concertistas, excepto de Eric Clapton. Sonrió disimulando tensión y los siguientes minutos del concierto se salió de la rutina ensayada con los Yardbirds para reencordar una de las últimas guitarras que tuvo antes de enamorarse de Blackie, su guitarra construida con las mejores piezas de las Fender Stratocaster y Telecaster.

El público, que cuando ama aplaude hasta las desprolijidades, acompañó con palmas a pedido del músico, que se disculpó por el tiempo que se estaba tomando y, bromeando, sugirió que debieran apodarlo “Mano Lenta”.

Marcos Saguí por primera vez en varios meses se quedó solo en el living. Solo es más una actitud que un hecho… los niños fingían dormir en sus habitaciones. Y Marcos podía fingir estar solo. Se echó cansado en el sofá que se enfrenta a la tele e indiferente jugó con el control remoto. Poco antes de una hora después descubrió que no le interesaba nada de la programación de esa noche. Ignoró la pila de ropa para doblar que descansaba el sillón de tres cuerpos, apartó los dibujitos y la correspondencia que esperaba ser leída sobre la mesita ratona, se descalzó y apoyó sus pies. Tuvo que reclinarse más para llegar bien.

Sintió que esa noche era especial.

Se dirigió hacia la cocina sin un plan claro, sin embargo en el camino corroboró que los niños dormían con sus televisores aún encendidos. Los apagó y volvió a la cocina. Tomó una copa grande y buscó con qué llenarla. Rechazó de la heladera un chardonnay y una leche chocolatada, ambos estarían a la temperatura ideal de menos de diez grados. Pensó en comer unas nueces y beber un merlot chileno, pero le dio pereza descorcharlo sin honrar alguna ocasión. Devolvió las nueces a la alacena e instintivamente se apoderó de tres ciruelas pasas del tarro de al lado; una se fue a la boca, las otras dos descansaron en el fondo de la copa.

Las habitaciones de los niños nuevamente devolvían sonidos de televisión y se resignó a que entre los docientos canales de cable, difiíclmente encontraría algo que no fuera atractivo sólo para los niños… tal vez deportes o películas viejas. Revisó su colección de música sólo porque los discos estaban al lado del cognac. Se sirvió cognac en la copa de las dos ciruelas pasas sólo porque el cognac estaba al lado de los discos.

Buscó algo tranquilo para acompañar la noche y se encontró con Slowhand, el album de Eric Clapton de 1977 que incluía una de sus canciones favoritas: Wonderful Tonight. Marcos repetía entre sus amistades, con aires eruditos, que Mano Lenta (o Slowhand) era un seudónimo casi peyorativo basado en la mesura blusera y en la cadencia con que Clapton tocaba rock. Lo había leído hacía años en un artículo sin firmar de la revista Caras.

Las ciruelas pasas, observó, habían sido deshuesadas industrialmente, lo cual representaba una serie inesperada de beneficios. Una madre habría preparado compotas sin quitarles su matriz o abriendo las ciruelas una por una con un cuchillo afilado. Pero las máquinas de los complejos fabriles introducían mecanismos de hierro a unas diez ciruelas por segundo, extrayéndoles su corazón en una acción inmediata.

–¡Cuánto entiendes de ciruelas, Marqui! –lo aduló una chica Bond desde un rincón de su imaginación.

Durante su descarozado, dedujo Marcos, parte de la carne de la ciruela habría sido desgarrada y como causa se generarían rasgaduras internas que, bien vistas, oficiarían de conductos ideales para trasladar al cognac a través del interior de la pasa, y aquellos rincones por donde no hallara escapatoria la bebida serían, consecuentemente, alojamientos para los restos del licor que se encargarían de macerar la fruta desde sus entrañas.

–No es nada, preciosa, debiera enseñarse Ciruelidad en todas las escuelas –le respondió a la mujer del vestido negro de espalda escotada.

Luego de unos pocos minutos, parte de la bebida habrá tomado sabores de la ciruela pasa que, a su vez, habrá adoptado parte de los sabores del trago. De este perfecto matrimonio entre ciruela pasa y cognac sólo podía esperarse una explosión de sentidos en el interior de Marcos, que ya a esta altura se juraba que la noche era perfecta.

Tomó la copa entre sus dedos ensayando los ademanes más seductores, miró enamorado a las pasas que perdían flote en la oscuridad de la almibarada bebida y les dedicó un erógeno: “Yes, you look wonderful tonight.”

Mojó apenas sus labios para averiguar cuánto se habrían confundido los sabores, se relamió de cognac aciruelado, cerró los ojos para sentir mejor y hundió su espalda en el sofá. Le dio más volumen al hombre de Ripley, Inglaterra y apoyó la copa en el suelo para tocar en su vientre una Blackie imaginaria. Lo ayudó también a entonar su “You were wonderful tonight” final.

Como adolescente decidió escuchar la canción nuevamente, esa magia no podía ser congelada en el tiempo pero estaba todo entregado para repetirla miles de veces a lo largo de la noche. Índice y pulgar derechos se bañaron por un segundo en cognac y secuestraron una de las ciruelas pasas. Mientras Marcos secaba sus dedos con movimientos circulares en el pantalón de su pijama, sintió una pasa levemente hinchada por el néctar que al morderla bañaba toda su boca con dulces explosiones de fruta y alcohol.

Rápidamente abandonó el sofá dirigiéndose al equipo de música, pero inluyó a su periplo un rápido repaso por los dormitorios de los niños. Ya dormían sin fingir, sus rítmicos ronquiditos ignoraban comerciales de televisión y programas hiperquinéticos propios para niños. Besó dos frentes húmedas, apagó dos televisores calientes y volvió al paraíso.

Una Fender gimió durante casi un minuto entero antes de que Marcos y Eric repitieran “It's late in the evening…”. Marcos abandonó momentáneamente el dueto para que su copa no se sintiera abandonada. De un solo trago redujo a la mitad el contenido, con la precaución de formar con sus dientes frontales una barrera infranqueable para la última ciruela pasa, que debía descansar en el fondo de la copa y absorver tanto cognac como le fuera posible.

–La noche está maravillosa –comentó con los músicos durante un solo de guitarra.

Llevó nuevamente la copa a sus labios dejando pasar como un torrente el resto de cognac, le hizo explorar un costado y el otro de su boca, inundar su paladar y deslizarse por el terciopelo de su lengua hasta embriagar su cuerpo de frescura. Nuevamente, como portero celoso prohibió el paso de la ciruela, elevó la copa vacía de líquido hasta la altura de sus ojos, le dijo con su mirada algo siniestro a la ciruela y volvió a llevarse la copa a la boca, pero esta vez con los labios entreabiertos. Se reclinó profundo en el sofá, dejó caer sus párpados y dio a sus muelas la orden de no perdonar ni una sola de las fibras de su rehén; la ciruela pasa.

–¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! –exclamó Marcos durante un minuto eterno.

–¡Aaaaaaay! ¡Niños despiértense! ¡Vístanse rápido que tienen que acompañarme a la urgencia odontológica!

La doctora Orgambide lo escuchó sin emitir ni uno solo de los comentarios burlones que pasaron por su mente.

–Se suponía que la ciruela estaba descarozada –intentó explicar Marcos mientras le latía y le babeaba todo el occidente de su boca–, en el tarro indicaba eso y ya me había comido dos… la tercera me la comí con total confianza y fue como morder una piedra con toda mi fuerza.

Los Rayos X delataron la quebradura de una pieza molar, que rápidamente fue sometida a un tratamiento de conducto y concluiría, con ulteriores visitas, en ser removida por completo y reemplazada por una fina prótesis. Quinientos doce dólares fueron removidos de su cuenta bancaria y no habrían de ser reemplazados.

Afuera la luna brillaba en un cielo sereno, una suave brisa le daba a la noche un encanto primaveral, los niños habían encontrado una extraña posición durmiendo uno sobre otro en las sillas de la sala de espera de la guardia, donde Marcos pidió un taxi. No esperaron más de seis minutos.

Desde los parlantes de las columnas de la clínica, un saxofonista intentaba con más cursilería que talento los acordes de un hipnótico blues: Wonderful tonight.



Wonderful Tonight - Eric Clapton

It’s late in the evening; she’s wondering what clothes to wear.
She puts on her make-up and brushes her long blonde hair.
And then she asks me, “Do I look all right?”
And I say, “Yes, you look wonderful tonight.”

We go to a party and everyone turns to see
This beautiful lady that's walking around with me.
And then she asks me, “Do you feel all right?”
And I say, “Yes, I feel wonderful tonight.”

I feel wonderful because I see
The love light in your eyes.
And the wonder of it all
Is that you just don't realize how much I love you.

It’s time to go home now and I’ve got an aching head,
So I give her the car keys and she helps me to bed.
And then I tell her, as I turn out the light,
I say, “My darling, you were wonderful tonight.
Oh my darling, you were wonderful tonight.”

16 comentarios:

Claudia Sánchez dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=wwnMYZS1hSc

Best regards,

Guillermo dijo...

Usté es un maestro...

Daniel Os dijo...

¡EEEEEEEric!
¡Tenés un mensaje de María!

Steki dijo...

Holaaaaaaaaa genio!
Sheguéeeeeeeeeeeeeeee!
Anduve algo perdida porque operé a Sofìa, no sé si sabe.
Todavía andamos convalescientes pero andamos, que no es poco.
Y me sumo porque el día que la operaron me resfriéeeeeeeeee, jaja!
Así que aprovecho a guardarme y ni sacar la nariz a la calle con estos días de frío tenebroso.
El invierno no nos quiere abandonar, shit!
See you.
Aguante Clapton!
BACI, STEKI.

Daniel Os dijo...

Una vez más la realidad superando a la ficción… Veo, Steki, que las desgracias del amigo Saguí son menores.
Probablemente observando al mundo con dolor de muelas se saquen muchas impresiones distorsionadas.

Steki dijo...

Hola Danny!!!!!!!!!!!!!
Teestrañoooooooo!
BACI, STEKI.

Guillermo dijo...

"...pan de centeno,
hasta las suelas
de los zapatos
te echan de menos."

Daniel Os dijo...

Ay, amigas, me van a hacer emocionar… justo ahora que estaba tan dedicado a sufrir mis muelas partidas…

Anónimo dijo...

"El público, que cuando ama aplaude hasta las desprolijidades".
Acertada afirmacion.

De hecho, no solo el publico... todo aquel que ama, que deposita irracionalmente un fervor en algo o alguien, aplaude sin distincion.
Quizas en buena medida de eso se trate amar: fervor para aceptar lo no aceptable, lo (al menos) cuestionable. Lo que no toleramos en otros (sobre todo, en ignotos.)

Me gustan los varios aciertos semiocultos para que los lectores nos los topemos a medida que t5ranscurre el relato ("Se dirigió hacia la cocina sin un plan claro","Como adolescente decidió escuchar la canción nuevamente")

En fin: no por nada en el titulo del blog es la memoria la que ajusticia.
NO EL OLVIDO.
;)

Gracias por visitar mi blog.
Mi memoria hara justicia incitandome a volver a darme unas vueltas por aqui.
Lo lamento por Ud. estimado daniel_os. Es culpa suya que de aqui en mas lo vuelva a visitar y hasta dejarle mis comentarios.
Si no se dedicara Ud. a pulir su estilo, no me interesaria en venir a buscar sus brillos.

Lustre, maestro.

Atte,

yi.

Daniel Os dijo...

Catatimia, amigo Yi. Catatimia.

Con términos así de pretenciosos (claro, no será una esdrújula pero tiene sus cuatro sílabas) es como la sociedad psicológica pretende eximirnos de admitir fervores o moderado control sobre nuestras emociones.

Los fanáticos serán la versión en masa de la catatimia que todos cargamos, pero le agradezco que haya interpretado que de eso hablaba y no de cuánta gente admira al admirable Clapton.

Con respecto a sus futuras visitas condicionadas al pulimento de mi estilo, no deja de ser un desafío y dudo de estar a la altura de satisfacerlo. Lo intentaré, sin duda… uno siempre pude decir cosas como: "mordí un carozo mientras escuchaba música y la jodita me costó quinientos mangos" pero veo que vale la pena esforzarse.

Muchas gracias por su visita, más aún por su comentario.

Claudia Sánchez dijo...

Oiga Don Os (aunque bien podría decirte DonOso, con las distintas interpretaciones que quieras darle), ya que su muela parece andar bastante bien, por qué no se viene a tomar unos mates por casa, así se va poniendo a tono, hasta con la música. No se me desaparezca así, que se le extraña vea!
Besos,

Daniel Os dijo...

Reconfortan, Claudia, tus muestras de cariño y espero no sólo merecerlas sino saber retribuirlas.
Me queda como consuelo saber que no soy un super héroe y que mis ausencias no siembran el caos.
Sin embargo trataré de no prolongarlas frecuentemente.

Anónimo dijo...

Yo que usté no confiaría tanto en las ausencias...
Son gente, no sé... medio díscola.

Daniel Os dijo...

Tomo tu recomendación, María, no confío en las ausencias… y en determinadas presencias, aún más.
D.

Anónimo dijo...

Para cuando nuevas creaciones,avive el seso y despierte...no contemple la vida,vivala con energia y esperanza,usted puede mucho mas de lo que se imagina.

Daniel Os dijo...

Excelente recomendación, anónimo. Espero estar a la altura de poder tomarla en cuenta.

No le niego que raramente presto atención a comentarios sin firma, pero entre su notoria sana intensión y la sospecha de que nos conocemos… aquí estamos en pleno diálogo.

D.

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