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20 de diciembre de 2010

Rituales

A Lucho le gustaba estacionar el auto a no menos de dos cuadras de su casa. Aunque llegara tarde del trabajo o bajo la lluvia, esa rutina -ese ritual- le enjuagaba la cabeza de las complicaciones del trabajo y le secaba la espalda de embotellamientos de tránsito.

Con ánimo de entrar a casa con la mente despejada y darle un beso a Mila pensando y sintiendo a Mila, en vez de a los clientes presurosos para sus encargues y lentos para los pagos, se entregaba a diario a ese hábito -ese ritual- de meterse un ratito en “El Gato Negro”, justo en la esquina de donde vivía.

Siempre en la misma mesa, junto a la misma ventana se sentaban dos hombres con un vaso de algo amarillo cada uno. Mantenían silencios eternos, ni se miraban siquiera. Lucho pasaba frente a ellos y se acercaba a la barra a tomarse su misma copita de vermut, se metía en el mismo diálogo de fútbol y política con los mismos desconocidos, le hacía el mismo chiste al mismo mozo y, luego de esos mismos quince minutos de recreo, subía a su departamento del quinto piso.

El viernes, Mila se había traído algo de trabajo de la oficina para encargarse de eso después de cenar. En la mesa le contó de su día duro y de que encima, en casa dos enchufes se negaban a alimentar su portátil. Lucho creyó aconsejable regresar esa noche a “El Gato Negro”, mitad para dejar la casa en silencio.

Mitad para resolver el asunto de los enchufes, se acercó a la mesa de al lado de la ventana. Sólo había un hombre en silencio con algo amarillo en su vaso y un vaso vacío donde habitualmente se sentaba su amigo. Lucho se presentó cortés e informalmente.

—¿Qué tal? Lucho -estiró la mano.

—Meneses -respondió gentil.

—Ando buscando a su amigo, el de la camisa que en la espalda dice “Electricidad El Mono” y un número de teléfono. Tengo un problemita en casa… ¿Sabe si él hace trabajos a domicilio?

—Ni idea.

—¿Y sabe si después vuelve o cuándo puedo ubicarlo?

—La verdad que no sé, venga más tarde o mañana… él siempre anda por acá…

—Bueno, gracias, si lo ve dígale que lo anda buscando Lucho. ¿Cómo se llama él?

—No lo sé, ¿sabe? –y al devolver la misma sonrisa invadida de asombro de Lucho, ambos se sintieron en confianza como si la conversación hubiera sido íntima o profunda.

Lucho se sentó en silencio junto a la ventana, se tomó dos vasos de algo amarillo y se quedó más de una hora hasta que Meneses se levantó de la mesa pronunciando “bueno” como suficiente saludo de despedida y se perdió en la oscuridad de la calle Jonte.

Lucho lo siguió hasta la puerta, caminó media cuadra en la dirección opuesta, subió al quinto piso, se sacó los zapatos y le preguntó a Mila si había avanzado con el trabajo.

—Sí, un poco, pero sigo mañana… estoy cansada. ¿Por dónde anduviste vos?

—Me encontré con un amigo… vos sabés… esos rituales.







15 comentarios:

Malena dijo...

Hay una diferencia notable entre la rutina y el ritual.
La primera se ve signada por la inercia. Hacemos siempre lo mismo por costumbre.
En cambio, ante un ritual existe un convencimiento de acto sagrado. Pensamos que lo hacemos así porque de lo contrario, el orden universal será roto.
Seguro que el día que el tipo no paraba en El Gato Negro, discutía con Mila. ¿A que si?
Y estoy segura que él sintió que pasaría algo trágico si no se sentaba en esa silla a beber el líquido amarillo (decime que no era licor de huevo porque me muero) con Meneses. Y ahora está frito, porque mañana deberá volver.
El ritual ha comenzado, y con el orden universal no se jode.

Daniel Os dijo...

Lo siguiente sería entonces, Malena, que Lucho se fuera a vivir con Meneses y se enredara en rituales diarios con Mila… que no la imagino pasando por El Gato Negro, y mucho menos bebiendo esa cosa amarilla…

O tal vez no funcione… el equilibrio cósmico es, fundamentalmente, caprichoso.

Un beso,
D.

Marcelo dijo...

Hay tantos Gatos Negros como barrios. Será cuestión de buscar el de la calle Jonte, y beber algo amarillo a la salud del dueño de esta casa.

antonia obiol y corcoll dijo...

parece que las cosas que ocurren por ahi agarran cualquier nombre y se instalan en el cotidiano y medio despistadas, se van quedando... y cuando ya no estan se les hecha de menos...

Amigables besos
AOC.

Wílliam Venegas Segura (DW) dijo...

A todos los amigos de este blog, muchas felicidades y que sigamos tenaces en la construcción de un mundo mejor, lucha cada vez más dura y larga, pero que hay que dar.

Wílliam Venegas Segura (DW) dijo...

[Me apunté entre los seguidores de su blog].

Mercedes Pajarón dijo...

Por los alrededores de "El Gato Negro" he olido bastante a soledad...
Tu escrito me ha hecho reflexionar sobre mis propios rituales...Y eso me hace poner más puntos suspensivos de la cuenta...

Aprovecho para desearte unas felices fiestas!! (que no dejan de ser otro tipo de rituales). Un beso, pásalo muy bien!!

SILVIA dijo...

Yo también tuve un "Gato Negro", era el bar de una buena amiga. También teníamos nuestro propio ritual: mesa del fondo, cervecita tras cervecita, y risas. Muchas risas.
¡Bendito ritual, lo añoro!
Felices Fiestas y un abrazote!!!!

MAR dijo...

Esa orinoterapia no fue muy buena...al final Mila termino electrizada jajaja.
Muy bueno.
Besos para ti y desde ya.....
¡feliz navidad!
Muackkkkkkkkkkkkk
mar

Maga h dijo...

Es un buen ritual la intimidad mas allá de los nombres, por que "Lucho" me de a nombre de perro y Meneses a cierta mafia...y sin embargo...hubo esa confianza que a veces no se tiene por mas que uno conozca el nombre y el apellido.

Que se yo, ud. me dispara hacia el cosmos.

Felices fiestas Maestro Os!

Carina Felice, Photography dijo...

De encuentros y desencuentros se alimenta nuestra espiralada senda. Sucede que algunas veces alguien llamado Os puede jugar con ellos y tejer entre sus teclas estas sublimes pequeñas historias para que quienes leemos, nos pidamos otra ronda en el bar, deseando que pronto publiques más :)

Abrazo /\Namasté

Daniel Os dijo...

Muchas gracias, amigos, por los comentarios que han dejado. Me encuentro temporalmente dedicado a actividades que me mantienen a más distancia de este espacio, y el de todos ustedes, que lo que en verdad deseo.

Prontito retomaremos nuestra querida asiduidad.

Gracias una vez más por sus enriquecedoras presencias,
D.

Marcela dijo...

Estamos rodeados de amigos sin nombre. Y de rituales que tienen mucho sentido, más allá de que parezcan absurdos.
Suerte con sus actividades lejos del blog.
Beso y felicidades.

miralunas dijo...

a mi me encanta este ritual de venir hasta su espacio, arty y leernos como si nos miráramos, hasta que alguna vez nos encontremos y las palabras musiqueen junto a la risa.

buenaventura, daniel!!!

Ricardo Miñana dijo...

Muchas felicidades y paz para este año, dale vida a tus sueños y que la crisis económica pase de largo.

¡¡Feliz año 2011!!

Un abrazo.

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