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6 de noviembre de 2008

Borradores

Luego de las fiestas patrias de 1992, Carol Ludverwüller decidió finalmente vaciar la biblioteca de su padre. Pudorosa, lo había deseado y se había moderado por años, sabía cuánto había significado para él cada uno de esos volúmenes, pero ahora la casa iba a ser demolida y toda la propiedad iba a ser utilizada en la construcción de un campo de entrenamiento para perros del ejército. La Fundación Pascal había hecho una argéntea proposición el último noviembre para adquirir el total de los libros que habían sido la influencia retórica de Esbern Ludverwüller.

Carol, su esposo Frank y tres auditores de la fundación, comandaron y dividieron las tareas entre las veinticuatro personas que conformaron el grupo encargado de convertir esa tajada de historia en muros desvalidos sentenciados a la pena capital.

Durante la sexta jornada de trabajo, Hal Manzanares, experto en catalogación de manuales de reparación de motores, encontró un atado de biblioratos y archivadores, clasificados como “Boletas y Facturas Pagadas / 1944 – 1969”. El Lic. Manzanares identificó ese amarillento material como desecho, aunque para apartarlo junto a los demás objetos sin valor debía obtener la firma de uno de los auditores y de uno de los Ludverwüller. Ambos visados no demoraron en ser conseguidos sin mediar inquisición, y los cartapacios de cartón negro labrado fueron abandonados al sol, junto a un juego de té de porcelana agrietada y media docena de portarretratos polvorientos, sin fotos ni cristales, que serían luego vueltos a clasificar, aunque de manera informal entre los familiares del, ya hace tiempo, difunto don Esbern.

Meses más tarde, fue la mismísima Carol quien, revisando las cuentas pagadas por su padre décadas antes, se sorprendió al encontrar bajo todos los registros contables unos papeles con notorias marcas de haber sido alguna vez arrugados y luego alisados bajo el peso de otros libros.

Ajados, húmedos, porosos y oxidados, aún esos papeles conservaban literatura previa la Literatura; antiguos habitantes de papeleras rescatados por un alma piadosa para que el tiempo les dé carácter de obras inconclusas, ensayos con vocación de error, cuando no primeros esbozos de futuras piezas literarias.

En algunos fragmentos de los originales, el zarco de la tinta desvanecida se fundía con el ocre del papel marchito en equívocos manchones cartográficos, y para no ser cómplice de Chronos y la combustión, Carol se decidió a revivir los contenidos y publicarlos.

Durante su oscura lectura se sorprendió con manuscritos acuñados por distintos pulsos; descifró la presencia de distintos autores e incluso de distintas épocas. Comenzó una escueta investigación que, entre los papeles del primer bibliorato, arrojó que su padre había sido un metódico coleccionista de borradores.

Con una pluma de ganso ahogándose en un tintero y un pergamino de fondo, Editorial Mirena lanzó, hace hoy diez años, la portada de esta tarea de compilación de Carol Ludverwüller de la compilación de su padre, Esbern Ludverwüller: “Borradores Compilados Por Esbern Ludverwüller” compilados por Carol Ludverwüller.

A continuación recordaremos algunos segmentos.


Borrador Nº 4:
“El Esbelto Mozalbete de Nuestra Señora de París”
Autor: Víctor Hugo

Fecha: Diciembre de 1829

Estado: Papel original con marcas de violencia. Se supone su rotura intempestiva por el mismo autor en desacuerdo con el final de la obra. Posteriores restauraciones y croquis del mismo escritor dan nota de que la historia habría sido retomada con algunas variantes.
El hijo mayor de una tradicional familia parisina del siglo XV, luego de una rígida educación estructurada bajo bases de respeto a la fe cristiana y a la corona francesa, decide ponerse a cargo de transmitir al pueblo los valores protocolares de buenos modales, ceremonial y normas de etiqueta.

Para cumplir su misión de elevar a la plebe, organizó un esquema cuya primera etapa consistía en generar el sano hábito de la puntualidad. Con tal objetivo, decidió distribuir las actividades comerciales de la ciudad entre horarios inflexibles, los cuales estarían dictados por las campanadas provenientes de la Catedral de Notre-Dame. Sólo quedaba resolver quién sería el personaje a cargo de hacer sonar las campanas y sólo confió en sí mismo para tal responsabilidad.

El esbelto mozo lleno de gracia y apetecido por todas las doncellas de París se enclaustró en el campanario desde donde no sólo normalizaba los horarios de la ciudad sino que también pudo ser testigo de cuanto personaje transitara por ella. No demoró, con el correr de los días, en reconocer a los feriantes, a los compradores, a los militares y a todos quienes desfilaban a diario por donde fuere avistado desde tan estratégica espadaña.

Fue así que comenzó a seguir los pasos de una bella gitana, por quien quedó encantado hasta el extremo de abandonar su puesto de guardia en repetidas ocasiones con ánimo de provocar un encuentro. Finalmente se presentó frente a Esmeralda:

–Soy Cuasimodo, el esbelto mozalbete que habita el campanario de la Catedral. Te he estado siguiendo durante dieciséis días y todas sus noches. Sé qué azahares dan el aroma inconfundible de tu negra cabellera, sé dónde consigues los hilados para tus vestidos y tus tiendas, conozco al orfebre que busca la piedra que brille más que tus ojos, y sé que no hay hombre sobre esta tierra que se resista al embrujo de tus danzas. Sabiendo que toda tu familia acaba de llegar en caravana, es ésta la noche, y no otra, en que quisiera desposarte.

–¡Oh, apuesto y valiente Cuasimodo! –contestó la joven. Te he visto tocar la campana cada dos horas y sentir mi corazón agitándose a la espera de verte asomar desde tu atalaya. Hace días que anhelo este encuentro y no haré desaires a tu esmero por la puntualidad; las celebraciones esponsales serán esta misma noche.

Cuasimodo y Esmeralda contrajeron nupcias esa misma noche y*

* El manuscrito presenta borrones ilegibles y desgarros. Una ilustración al pie de la página muestra un Cuasimodo deforme, con una sonrisa libidinosa y ausente de caballerosidad e inteligencia, que se supone se trataría de algunas modificaciones que sufriría el personaje central, de ser continuada luego la obra.


Borrador Nº 11:
“El Moisés del Siglo XIX”
Autor: Edgar Rice Burroughs

Fecha: Agosto de 1911

Estado: Manuscrito dañado premeditadamente. Pocos borrones. Abundancia de notas en los márgenes.
Durante un safari al Paraná Oeste (Nota al margen: confirmar si en la provincia del Paraná se realizan safaris), el matrimonio Clayton abandona su canoa como resultado de la poca navegabilidad que ofrecía el lecho rocoso. Las siguientes dos leguas convenía andarlas antes del anochecer, pues habían escuchado el etó-meí, el temido graznido con que los indios arambeé anunciaban el avistamiento de su presa (Nota al margen: verificar si etó-meí y arambeé son sonidos que corresponden a la región citada).

Nota del autor:
En este y el siguiente párrafo incluiré desventuras menores (torceduras de tobillos, camisas rasgadas, ropa mojada y maltrato despiadado por parte de los mosquitos) para comenzar a insinuar próximas situaciones de tensión, desprotección y ocasional sensualidad.
En aguerrido combate contra la bravura del Paraná Oeste, los jóvenes ingleses consiguen llegar a la orilla, pero desandando camino hasta alcanzar la roca donde abandonaron a su primogénito, fueron atacados por los indios yerba (Nota al margen: según manuales de la mesopotamia argentina este sonido sí corresponde con la región, usarlo para reemplazar a arambeé en todas las apariciones previas), posteriormente fueron hervidos y bebidos en infusión (Nota al margen: averiguar en qué consisten las infusiones de yerba).

A la mañana siguiente, con las aguas aquietadas, un llanto de bebé atravesaba todo el amanecer. Despertando su instinto materno aunque no fuera de su especie, un hembra autóctona se acercó a una canastilla que flotaba a la deriva y la movió con su boca hasta que de su interior cayó al agua un rosadito y saludable bebé humano. Lo llevó a su comunidad donde consiguió la autorización del patriarca para adoptarlo como un hijo más. Salvado de la catástrofe, como un Moisés en pleno siglo XIX, el pequeño Tarragó fue criado por las merluzas.

Notas del autor: Constatar que la merluza es un pez de río, de no serlo, a Tarragó lo criarán los bacalaos. No conozco peces de río, tal vez esta historia deba ser trasladada al océano, aunque ahí no hay indios. Tarragó es difícil de leer, creo que lo llamaré Tarrag, pero me gusta más cómo suena Sarrán, que es muy parecido a Sansón y ya hablé de Moisés… algo se me va a ocurrir. El pequeño Sartán (suena como sartén, tal vez sea Zartán o algo así) se convierte en un musculoso joven que llega a ser líder de la comunidad merluza, salvando a su familia adoptiva en incontables ocasiones de los ataques de tribus enemigas. No me convence lo de indígenas atacando merluzas… voy a concentrarme en terminar mi historia de la princesa marciana y después veo cómo me las arreglo con este rey de las merluzas… o rey de los mosquitos… o de las papas… buéh, ya veré.


Borrador Nº 42:
“El Hombre Nuevo”
Autor: Posibles múltiples autores, autoría encubierta o anónima.

Fecha:
Datos inciertos, se conjetura que data de la segunda mitad del siglo XIX.

Estado:
Buen estado de conservación, daños naturales producto del paso del tiempo, diversidad de papeles y tintas indican distintas épocas en que los escritos fueron realizados.
He visto caer monarquías sólidas y sucumbir sus poderes por unas monedas de oro. He visto hombres sin prerrogativas de sangre adquiriendo suficientes riquezas como para comprar tronos. He visto hombres de fe decidiendo por la vida terrenal y he visto hombres con las manos en la tierra en perfecto contacto con el Creador.

El gobierno de la república tiene demasiadas vías de acceso, más que las que se puedan controlar. Puedo ver al ministro ganando su jerarquía como mérito a su formación, puedo ver al gobernador y su oratoria hipnótica arengando a las masas para confirmarse en su cargo o al filósofo organizando foros donde argumentar los destinos de la nación. No puedo ver, asimismo, a sus séquitos. Asistentes, asesores, analistas, colaboradores y acarreadores de maletas, son desde hijos y cuñados hasta compradores de bancas cercanas al poder. Acercándose al poder. Cercando el poder.

El capital es el verdadero poder. Por consiguiente, aquellos que no acumularen riquezas quedarían a su vez desintegrados del núcleo gobernante para tornarse gobernables. Sólo agrupando recursos podrían dar batalla a las dirigencias, quienes sin sus esfuerzos morirían de hambre de no poder canjear todos sus tesoros por un saco de trigo.

Al príncipe no se lo ha formado para hacerse de su desayuno si no es a cambio de calderilla, sin embargo el encargado de ordeñar vacas, el obrero de molinos harineros y el peón de la cosecha, viven rodeados de lo que desayuna el príncipe, excepto platería y loza. Pueden organizarse en pequeñas comunas y trocar sus productos sin aspirar a tener los caudales que los haría heredar la corona.

La utopía ya no es tal, organizarse en comunas es el primer paso, luego una comuna ganadera intercambiará sus productos con una comuna fabril y ésta, a su vez, con una pesquera. Finalmente una sociedad se unirá a otra y el mundo todo será la verdadera unión de repúblicas asociadas por asambleas populares.

Para ello hace falta crear un Hombre Nuevo. Capaz de renunciar a lujos y superfluas banalidades. Capaz de compartir su esfuerzo en beneficio del desaventajado. Capaz de elegir a sus líderes y condenar a los detractores del sistema. Capaz de invertir sus energías en el crecimiento de su aldea más que en el personal. Capaz de no privilegiar a sus camaradas o discriminarlos por su religión, sexo o color de piel: el Hombre Nuevo sólo se diferencia de su par por caracteres y destrezas. Para el Hombre Nuevo todos son idénticos y cada uno tiene su función, cada uno es importante aunque ninguno indispensable.

Nota de Esbern Ludverwüller: Los manuscritos del Hombre Nuevo y de la estructura social basada en la división del trabajo surgieron en Europa Occidental y luego fueron traducidos a casi todos los idiomas que conoce la especie humana. En castellano se conoció con el nombre de “Los Pitufos”.

23 comentarios:

Claudia Sánchez dijo...

Noooooo, no podés......!
Ves? algunos son mas indispensables que otros, sin orden de importancia!
Besos,

Daniel Os dijo...

...y todos son iguales, Clau… sólo que algunos son más iguales que otros.

Claudia Sánchez dijo...

Error caballero, yo no dije iguales, dije indispensables.
Se entiende que es indispensable que sigas escribiendo? Y que me encantó?
Besos,

Daniel Os dijo...

Comentarios como el tuyo, Clau, son un estímulo muy poderoso. Pretendo seguir escribiendo, tal vez hasta algún día lo haga decentemente.

Anónimo dijo...

QUE BUENOS CUENTOS!!!! ME MORI DE LA RISA CON EL DE TARZAN!!!!

Daniel Os dijo...

Muchas gracias, amigo, pase cuando lo desee que será muy bienvenido…

Steki dijo...

Ah bueno, vos querés que me echen del diario?
Y los publicás todos juntos??????????? Uffffffffffffff... los leeré desde casa.
Portate bien esta noche! Jaja.
Abrazo de tango para ti, amigo.
BACI, STEKI.

Daniel Os dijo...

Sí, Steki, prometo portarme bien esta noche y no publicar ningún borrador. Leé tranquila en tu casa, ojalá te guste y no te cueste el puesto.

VAE VICTIS...!!! dijo...

Daniel: muy interesante el borrador del hombre nuevo. deberias dedicarte al relato historico ( en verdad te lo digo ); por el contrario me mate de la risa con el moises, un poco mas al norte y te salia paraguayo !!! jeje.
Un abrazo cordial amigo de tan lejanas tierras.
vae

Daniel Os dijo...

Muchísimas gracias por tu comentario, Vae.

De sólo saber que conseguí hacerte pasar un buen momento me siento muy reconfortado.

Un abrazo cordial, de esos que acercan tierras.

María dijo...

Dan: Cada día agradezco más que me haya honrado con su amistad.
Cuando sea grande quiero escribir como usted.

-¿Cómo? Ah... que ya soy grande. Bueno, ufa.

María dijo...

Oiga, Dan.
Aquí hay una fulana que no para de reírse ante la mirada estupefacta de los parroquianos.
Llamaron una ambulancia y están tratando de desenroscarle el cablemódem para llevársela a un lugar donde haga menos escándalo o donde tenga convenio la obra social, lo que suceda primero.

En fin, ya se la llevan los señores de guardapolvo blanco y mirada ausente.

Daniel Os dijo...

Es lo común, lamentable como muchas otras leyes de la vida, que con el correr de los años los artistas vean desvanecer sus destrezas.

Pero de ahí, María, a desear que el tiempo la haga escribir como yo… Una cosa es aceptar la decadencia personal con hidalguía y otra muy distinta ambicionarla.

Evalúelo.

PD. Los hombres de blanco son gente mía… no le van a hacer nada, aflójese que todo esto es por su propio bien.

Anónimo dijo...

QUE ORGULLO!!! > Si existe la vergüenza ajena deberia existir el orgullo ajeno. Es lo que siento al leer algunos de tus cuentos.

Daniel Os dijo...

Ni vergüenza ajena ni orgullo ajeno…
Enajenado debieras estar para hablar así.
En todo caso, hayas o no perdido la razón, tu comentario es una buena razón para seguir escribiendo.
Muchísimas gracias!!!
Espero verte más seguido por acá!!!

Claudia Sánchez dijo...

Vea DanOso...usté no pone la fecha, pero acá la susodicha lo tiene registrao...sabe?
ya pasaron dos semanas completas, con sus días y sus noches y aún no ha renovao post... no quiero que se sienta presionao vea, pero...
Y? para cuándo?

Besotes,

Daniel Os dijo...

Calma, chama, va llegando… crea que no ha sido pereza pero lea qué linda excusa:
"Entre post y post me dedico a vivir."
(gracias, María, me encantó esa coartada que le acabo de plagiar).

Claudia Sánchez dijo...

Ja,ja,ja! Touché.
Por eso yo escribo Cortitos...;-))
Besos,

Daniel Os dijo...

Buen recurso, Claudia.
Debo aprender y tomar nota.

María dijo...

Agradézcasela a alguien que habré leído antes... vio cómo es esto, uno es lo que lee, antes de ser lo que escribe.

Abrazo,

Daniel Os dijo...

…en mi caso, mucho menos que eso.

VAE VICTIS...!!! dijo...

DanielitOs:
Como estas amigo mio por estas rarezas del mundo virtual en donde los caminos se juntan???
Te extraño por mi casa ( aunque no soy digno de que entres ), un abrazo y buena semana.
Con afecto
vae

Daniel Os dijo...

Es fácil imaginar por qué este tipo de visitantes no merodea tu casa… en ella lo menos importante se queda afuera.

Un abrazo afectuoso, amigo Vae, gracias por tu dignificante e inmerecida visita.

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