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24 de abril de 2010

Te Pasaste de la Raya

Desde antes de las cuatro de la mañana estaba deseando que amaneciera. No es que le esperaba un día especial sino que la noche era una tortura. Con el sueño tan liviano, cualquier ruido o la luz de afuera, por insignificante que fuera, la iba a terminar despertando.

Entre juramentos, improperios, reafirmaciones de dignidad y sensaciones inexactas aspirando a recibirse de palabras, la almohada era otro nudo bajo su nuca. El barullo de su mente no la dejó oír los despertadores de los vecinos ni los informes meteorológicos del matinal que ignoraba ya acicalada y vestida mientras un café y una tostada se enfriaban de indiferencia sobre la mesa de la cocina.

Cuarenta minutos de ciudad le faltaban para terminar de traducir su insignificancia a lo que en la oficina conocen como la Dra. Fleytes, pero eligió decírselo todo en el taxi, aunque la mitad de sus ideas no estaban aún en orden.

—Nos conocemos desde hace años, Molinaro, me parece que me gané el permiso de decirte lo que pienso aunque tu estilo de liderazgo en la empresa sea tan sargentón y tu culto a tu propia persona no admita críticas. No creo que ayer te hayas dado cuenta pero te pasaste de la raya… entiendo que son momentos de tensión, que a veces las cosas no salen como te hubiera gustado pero ya estamos grandes para soportar tus escenitas y griteríos, ya estás en edad de pensar qué reacción puede ocasionar tu descontrol antes de abrir la boca. Porque, admitilo: estabas fuera de control. No quieras saber cómo te imitan algunos y se ríen de tu gesticulación expresionista… hasta hay uno, que jamás voy a decirte quién, que para imitarte se pega un bigotito de dos dedos de ancho y grita enojado con acento alemán. Te voy adelantando que por más que me preocupe de que mi labor te deje satisfecho, también tengo criterio propio y, si respeto el tuyo no es por jerarquías, porque no me compré ese cuento, es porque sos el encargado de mostrar los informes al cliente y sé que tenés fuertes habilidades de vendedor, pero sólo vendiendo las tres o cuatro cositas que sacaste de un manual de hace treinta años. No te olvides que hace bastantes años, cuando no nos conocíamos y decidiste integrarme a tu equipo, mirabas con microscopio cada punto y cada coma de mi historial laboral y mis diplomas, así que tan desastrosa no debo haberte parecido en lo que hago. Y si no soy desastrosa te llegó la hora de decirme claramente: “Dra. Fleytes, muéstreme el reporte que preparó su equipo, envíeme las presentaciones y los planos y espere instrucciones después de la reacción del cliente” o simplemente: “Dra. Fleytes, su estilo de trabajo es incompatible con el mío y me veo obligado a hacerla abandonar su cargo”, pero malos tratos, amenazas, denigraciones y humillación pública de la boca de un gritón arbitrario y contradictorio: nunca más. No soy Eli, la chica buena a la que ayudás dándole trabajo, soy la Dra. Fleytes y tengo dignidad. Incluso, si los gritos no fueran incoherentes, tampoco; el método para comunicar disconformidad tiene que ser respetuoso y profesional, a menos que te animes a admitir que en tu vida laboral te enfrentás a diario a situaciones que no sabés controlar. No es correcto que no aceptes que se te conteste, que no quieras escuchar criterios ajenos y, mucho menos, otras perspectivas para encarar un proyecto. ¿Por qué me silenciás? ¿le tenés miedo a mis respuestas? No es lógico que en una relación forzosa, como es la de dos personas en una misma oficina, uno genere situaciones violentas y el otro mantenga la calma: los dos tienen que aportar en igual medida a que la relación sea sana… ¿y qué es eso de que después te acercás con cara de pedir perdón pero te quedás a mitad de camino y hacés una broma tonta? ¡Deberías demostrar grandeza y devolver la palabra perdón a tu diccionario! Igual, ya después de tantos altibajos emocionales que te he visto, no me creo tus regaños ni tus cumplidos, te miro como si estuviera viendo un monólogo de teatro, con la mala suerte de ser la única espectadora y estar en primera fila, pero nada de lo que me decís me llega. Así y todo estoy cansada, he sido por mucho tiempo una pieza importante de tu equipo, te he hecho ganar uno que otro aplauso, te apoyé en tiempos de vacas flacas y, en tiempos mejorcitos, las condiciones no son mucho mejores. De manera que, mi querido Molinaro, la próxima vez que te pongas caprichosito e intratable deshagamos nuestros lazos laborales y no prolonguemos demasiado más esta relación asimétrica donde los dos sentimos estar perdiendo.

—Pero, si el problema ayer fue con Hernández, no con vos… ¿por qué te ponés así, Fleytes? -supuso que le contestaría, de haber estado en ese taxi leyéndole la mente.

—Porque fuiste desalmado y autoritario -agregó a su artillería de argumentos irrefutables- y, de la misma forma que descargaste sobre él sin razones, le pudo haber tocado a cualquiera. O a mí. Y no quiero más sentirme en falta incluso cuando mi tarea está correcta en contenidos y plazos.

Bajó del taxi, entró a la oficina y forzó su mejor semblante. Se ubicó en su escritorio, respondió los mensajes más urgentes y salió a buscarse un café. Junto a la máquina estaba él, Molinaro, con sus lentes gruesos, su calva brillosa, su abdomen blando y una cara de bonachón que ya le conocía.

—Buenos días, Fleytes, te queda muy lindo el azul, ¿es nuevo ese vestido?

—Gracias, me lo regaló Javier para el aniversario. ¿Ya volvió tu esposa de Canadá?

—Sí, le fue bárbaro… ¿me parece a mí o andás con mala cara?

—Pasé muy mala noche, no me hagas caso… debe ser algo que habré comido…










30 comentarios:

Anónimo dijo...

Me da la impresion que la Dra. Fleytes a asumido el papel de esposa por encima del cargo de asesora, pues sus recriminaciones mas son propias de una que ha cedido su cuerpo y en compensacion busca liderar en la empresa.

Daniel Os dijo...

Quién lo sabe, Tauro, pero incluso si hubiera accedido a solicitudes impropias de Molinaro, su lamento parece albergar más cordura que los arrebatos de grandeza que le vienen a algunos personajes cuando las circunstancias le dan un poquitín de poder.

Es poder o reventar… decía mi abuela.

Un abrazo,
D.

Sebastián Leonangeli dijo...

Che, cualquier parecido con la realidad es coincidencia, bla bla bla y todo eso?
Según tengo entendido y me cuentan amigos de amigos y primos lejanos, de vez en cuando uno se cruza con algún Molinaro pasadelarayista por ahí...
Dras Feytes del mundo, unite and take over, diría Morrissey.
Abrazo
Seba

Daniel Os dijo...

Parece que ambos conocemos a la Dra. Fleytes, Seba , no creo que sea mucho lo que se pueda hacer… tal vez alcance con mantenerle la moral en alto a fuerza de afecto y apuntalarle la autoestima de vez en cuando con algún perfume o vestidito que le guste.

Un abrazo,
D.

Blonda dijo...

Me siento demasiado Fleytes ultimamente, así que este texto me llegó por demás.
Claro que intento metamorfosear (?) a Fleytes a toda costa, pero no existen los milagros y para pasar de oruga a mariposa se necesita un poco más que voluntad.

Me encantó como está escrito, pero de verdad y no por dejar un forzado cumplido.

Buen domingo para usté!

besos

Daniel Os dijo...

A lo mejor, Blonda, las fichas se acomodaron de manera tal que hay mucho infeliz ocupando puestos medios y, con poco talento, poca estabilidad emocional y muchas ínfulas, poco más pueden hacer que agrandarse y hacerse atender.

Me solidarizo con cada pequeño Fleytes que ande dando vueltas por la vida pero, con más énfasis aún, te deseo que jamás te sientas una Molinaro.

Un beso grande y muchas gracias por tus elogios,
D.

miralunas dijo...

cuando terminé de leer esta pieza tan redondita, pensé si le dejaba un comentario, un testimonio o un tirón de orejas, pero solo porque deseé un final mas... esperanzador, digamos. Pero no hay caso, siempre me salen elogios para usté.

sólo una inquietud: a los hombres no les pasa?

el tirón de orejas se lo dedico expresamente al comentario de el tauromquico, con su licencia.

cálidos saludos.

SILVIA dijo...

hace tiempo estuve a las órdenes de un pasaoderaya de estos. Yo no escribí nada. Me limité a dejarle gritar y una vez terminó, con mi mejor sonrisa, solté un "vayáse usted a la mierda, señor". Por supuesto me quedé sin trabajo, pero me quité 10 kilos de encima, te lo aseguro.
Besos!!!

Daniel Os dijo...

Peresé… peresé, Miralunas, que corro las sillas y se trenzan a gusto con el amigo Tauromáquico.

Pero con respecto a la inquietud, es inevitable que a los hombres también les pase. Las únicas dos diferencias son que el hombre se presiona a no evidenciar su congoja, escupe para el costado con cara de Clint Eastwood, se traga la angustia e insulta al réferi. La otra diferencia es que los hombres no abandonarían jamás una tostada recién hechita.

Un beso grande, muchas gracias por el comentario.
D.

Daniel Os dijo...

Nada más aleccionador que una reacción de esas, Silvia. Tengo certeza de que tu antiguo jefe todavía te recuerda, y me gustaría enterarme de que se alojó en su conducta el temor a que alguien pierda el control con más violencia que la propia.

No son buenos tiempos para hacerse el loco, siempre hay locos más peligrosos que uno.

Te mando un beso,
D.

Sergio Vasilev dijo...

A quien no le ha pasado...
Con los años me queda la certeza de que la única forma de empardar es no callarse, en los mejores términos, pero de igual a igual.

Me queda también de los primeros e inexpertos años, la guerra de guerrillas de irse en silencio, dejando un tendal de tareas que uno o dos no podrían cubrir en mi ausencia.

Abrazo Os.

T.

Maga h dijo...

Tragarse lieralmente semejante discurso, que para no tenerlo armado, le salió de perlas, la engordará al punto del estallido y de no estallar seguirá siendo una persona gris a pesar del lindo azul de su vestido.

Buenísimo texto, inmejorablemente escrito, como ya estamos acostumbrados los que venimos por acá.

Abrazos Maestro!

Adriano dijo...

antes que nada vecino, gracias x el regalo de cumpleblog.
y aquí.. bueno, un poco lo dice Magah, lo que uno se traga, inevitablemente termina cayéndonos mal. una pena, por un momento me hizo creer que le largaba todo eso, me engañoooooó

Mercedes Pajarón dijo...

¿...Y lo bien que se lo pasó la señora imaginando que se lo decía? Mientras llega el momento de enfrentarse "de verdad" a todos los Molinaros, no está mal como terapia...

Yo a mi Molinara particular le dije un día que me iba, pero sin mandarla a la mierda y con una sonrisa en los labios, dándole las gracias por todo...¡Creo que le dolió más!

Excelente psicología, la de tus personajes! Señor Daniel, qué buen ojo y qué buenas letras!

Un kilo de besos!

MAR dijo...

Una mala noche y varios malos días los puede tener cualquiera....o no?
Lo digo por propia experiencia.
Besos para ti y una BELLA SEMANA AMIGO!!!!!!!!!!
Muackk
mar

Claudia Sánchez dijo...

Imposible no sentirme identificada en algún punto con la Fleytas.
Ojalá siempre existan los viajes en taxi que duren toda la descarga en caliente y nos conserven el puesto de trabajo. Siempre tendremos tiempo de una embestida mejor pensada.
El relato, como siempre magistral amigo!
Besotes,

Steki dijo...

A un exjefe mío lo "obligué" a pedirme perdón por una "soltada de cadena". Le costó reconocer, al guacho, pero lo hizo, jaja.

Hooooooooola, amiguito querido! Cómo está usted? Ojito que ahora soy una señora abuela! Ja.
Besote anooorme,
STEKI.

Daniel Os dijo...

Es inevitable en la pirámide socia, Tavo, tener algún personaje más cerca de la cúspide que uno mismo. Tengo la costumbre de dar trato igualitario y exigir respeto y tal vez eso haya contribuido en mi fortuna de ser respetado y tratado afectuosamente por quienes andan algunos pasos más alejados de la cima que yo.
Pero no existe el plan perfecto, cuando falla saltan algunas fichas.
Un abrazo,
D.

–¤–

Si bien estamos de acuerdo, Magah, no dejaré de admitir que más de una vez uno ha sido un peligroso portador de silencios. Hemos callado deseos, amores, fortunas o desdichas sólo por no alterar esos equilibrios inertes que no aportan en armonía pero tampoco matan.
Muchísimas gracias por los elogios, de verdad los aprecio.
Un beso,
D.

–¤–

¿Vio, Adriano? Así somos de valientes de la boca para dentro, como esos perritos de medio kilo que nos ladran desde atrás de la cerca. Ojalá nunca me enfrente a tener que probarme en esa situación, pero me gustaría saber qué ocurriría con el jefe entre el momento de largarle el discurso y salir a la calle aflojándose la corbata a comprar los clasificados.
No se sienta engañado, o tal vez sí... así se vive por estos tiempos.
D.

–¤–

Me imagino a tu Molinara, Merceditas, en sesiones interminables de diván gritándole a su analista que ya sus desbordes no causaban efecto. Excelente psicología la tuya, no me extrañaría que el pichón de dictador ahora trabaje bajos las
órdenes de un imbécil... lo más probable es que, en realidad, eso no ocurra, pero esas vueltas de la vida despertarían mi aletargada sensación de que la justicia existe.
Un kilo y medio de besos y agradecimientos.
D.

–¤–

Me hacés acordar, Mar, a una amiga que repetía con cierta efectividad que "en la oficina el que se estresa es porque lo quiere". Sólo por acuñar esa frase, se la reprochaba con severo rigor cuando perdía la calma, pero así y todo, me atraía su manera de sobrellevar la parte del día que más tiempo y energía nos consume.
Otro beso y feliz semana también para vos,
D.

–¤–

No me digas, Clau, que vos también sos de las que se pasean de situación en situación con medio discurso prearmado... Bienvenida al club, en ese caso. Lo bueno de eso es cuando uno sigue teniendo claro cuáles son los diálogos internos y qué se puede sacar afuera. Por último uno puede mudarse a barrios más alejados y procurarse viajes en taxi que aseguren descargas más extensas.
Te agradezco mucho tus palabras, te mando un beso grandote.
D.

–¤–

¡Sensacional, Steki! Lo bajaste de su rango y lo pusiste por debajo tuyo en rango humano... es una fantasía cumplida, si lo hubieras hecho frente a mí, lo habría filmado con el celular.
¿Y pensás que ahora que sos abuela te voy a respetar más? Nada de eso, me cuido más para que no me pase lo de tu exjefe.
Un beso grandote, abu.
D.

Steki dijo...

Muáckate.

Daniel Os dijo...

¡¡¡No me acoses que sigo asustado con lo que dijiste más arriba!!!
Cuídese, amigaza.
D.

Anónimo dijo...

a veces esas historias de oficina pasan en las parejas en la cual uno se sobrepasa y el otro se cuida porque lo quiere...... por suerte hay hombres como vos que ademas de estar re fuertes tambien son lindos por dentro........
FLO

antonia obiol y corcoll dijo...

GLUP!! Creo que he estado en esas y no tiene buen sabor... imaginate cuando existen afectos de por medio...

Chaolin
AOC.

Daniel Os dijo...

Desafortunadamente suele darse, Flo, que existen parejas con jerarquías desparejas. Luego de esa degeneración cualquier trato y relación es posible pero definitivamente no son las situaciones pretendidas. En situación laboral es menos lo que se puede aspirar… a una persona la ponen bajo las órdenes de alguien con quien no hay buena comunicación y habrá que resolver los proyectos como si se amaran.
Un beso,
D.

Daniel Os dijo...

Curioso, Antonita, que plantearas el caso opuesto al que Flo. No se me ocurre mucho más que sugerir para esos casos, tratar de conservar el empleo o el afecto si la situación tensa atenta contra ambos beneficios.

Chaucito, amiga.
D.

Buscas Libros.com dijo...

Hola, perdón por escribirte por este medio, somos una red de librerías de usados www.buscaslibros.com y estamos recopilando información sobre blogs literarios para publicarlos en nuestra página. Ya hemos registrado tu blog para compartirlo con nuestros usuarios dentro de poco. Saludos y si buscas libros agotados, raros, etc, te esperamos por allá!

Marcela dijo...

Hay diálogos imposibles. Expresar en voz alta todas esas quejas a veces da más problemas que otra cosa. Yo hago largos discursos mentales en contra de los Molinaro que todos conocemos, porque es imposible dialogar con ellos.
La dra tendría que abrirse un blog para descargarse, quizá??
Muy buen relato.
Beso!

☀Pau☀ dijo...

Gracias Dany!!!!!!! muchas gracias!!!!!!!! Me ahorraste mucho trabajo escribiéndolo. Ya mismo hago copy/paste y se lo mando a mi Molinaro.
Besotes!!!!!!

Daniel Os dijo...

Muchas gracias, encargado de Buscas Libros, ojalá haber pasado por este espacio donde algunos pretenden dar con buena lectura, haga que finalmente lo consigan en el suyo.

Éxitos en su emprendimiento,
D.

Daniel Os dijo...

Da mucha impotencia lo que decís, Marcela, pero nada más cierto que la imposibilidad de dejarlos saber lo que uno opina.

Ahora, de tanto recluírse al silencio, ¿no existe la posibilidad de que alguna Dra. Fleytes de la vida real ya haya tenido su blog y lo haya cerrado para seguir sin publicar lo que opina?

Un beso,
D.

Daniel Os dijo...

Haga su copia si lo desea Pau, y gracias por mencionarme que la ley de copyright lo exige… pero, ¿no será más cauto tomar la opinión de Marcela como un sabio consejo?

Cuídese, maltratada joven.
D.

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