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26 de noviembre de 2011

“Inspiracional”

–Es inspirador, miralo… se te va a erizar la piel.

–¿Es el video que me mandaste por mail? ¿Ese que decía “inspiracional”?

–¡Sí, sí, ese mismo!

–Desconfío de lo “inspiracional”, Vicky. Lo miré, pero así como por arribita.

–Te lo perdés, amargado –me sonrió pícara para no resultar agraviante.

–Venga para acá, mi bella ingenuota, no es que me genere desconfianza lo que inspira –acariciándole la espalda, al fin de cuentas ni me ofendió ni deseaba sermonearla– me gusta que las vidas ajenas aporten motivación a la mía, pero me cae arrogante que me anticipen que me van a motivar. ¿Qué es más sorprendente? ¿que te sorprenda con entradas para el teatro o que te avise que te voy a sorprender con entradas para el teatro? A lo mejor sí alguno de esos videos termine siendo una influencia en mi forma de ver las cosas, pero no tengamos miedo de pasar por lineales… no todo lo que sucede alrededor nuestro es una metáfora. Hay cosas que no significan más que lo que son.

–¡Cómo lo enroscaste! Un simple video “inspiracional” te parece arrogante…

–Y bueno… me suena mal… Si yo fuera un video, o una foto de un gatito amamantado por una mamá coneja, no andaría por ahí diciendo: “¡Yo inspiro a la gente a ser mejor!”, dejaría que me miraran y se emocionaran o que concluyeran en que deben cooperar con individuos de otros orígenes.

–O que te ignoren… si no ponés un título o algo que transmita la sensación que te causó, tal vez acaben ignorándolo.

–¡Exacto! ¡Si no les significa nada, que acaben ignorándolo! Para algunos es emotivo, para otros una imagen más y para otros, motivador… y basta de decir “inspiracional”, suspendamos el uso de esa palabra hasta que exista.

–Las palabras no nacen en el diccionario, nacen de la gente y con el tiempo llegan al diccionario.

–Es cierto… ingenuota pero inteligente.

Ingenuota tampoco es una palabra, Sr. Real Academia, pero en tren de darme la razón, mirá de nuevo el video que te mandé y contame si te resulta inspiracio… motivador… claro, si después de tanto manoseo le queda gusto a algo.

–Lo vi, dulce, si sabés que no paso por alto nada de lo que compartís conmigo. Y te digo más; me impactó la perseverancia de esa atleta que no se daba por vencida. De lo que no estoy seguro es de que sea filosóficamente sostenible. Es hermoso, sí, sirve para reemplazar los viejos cuentos con moraleja y que los hijos no abandonen la escuela o que no renuncien al primer fracaso en lo que sea. Pero la vida es distinta a una carrera. Es mucho más larga y, si después de fracasar consistentemente en una cosa cualquiera, no se abandonan los intentos, ya se deja de ser pujante, tesonero e inspirador para pasar a ser un hazmerreír, un patético que a lo que no renuncia es a fracasar. Vuelta de hoja, a determinado punto, es respetarse a uno mismo, darse la oportunidad de ver qué no nos funciona, aceptarlo y desviar la energía hacia lo que sí.

–Sí, si… veo que te encantó.

–Sí, me encantó. Y lo encuentro “inspiracional”, sobre todo para alguien que esté entrenando para correr una maratón… y hasta se puede adaptar a más cosas. Pero no a todo todo.

–“Hay cosas que no significan más que lo que son”, ¿verdad, mi chico lineal?

–Para no ser tan esclavo de mis palabras lo voy a poner en números: “Dieciséis años de Ingeniería y no te recibís, abandoná o cambiá de carrera. Veinticuatro propuestas de matrimonio y la mina sigue saliendo con otro tipo, renunciá a esa mujer. Cien calorías diarias y en ocho meses pesás lo mismo, pensá en otra dieta”. A veces abandonar es también ganar carreras.

–Siempre que no te bajes de la idea de ganar sino que cambies la disciplina en la que ganar.

–Ganar o perder no deberían tener definiciones genéricas, por muy Real Academia que yo sea… cada uno tendría que medirlo según su propia experiencia. A veces no perdemos pero sí según alguna definición que no compartimos.

–¿Y ganar? ¿Qué es entonces ganar?

–Para mí, en este momento, ganar sería tomarme un cabernet en una terraza acompañado de una bella e ingenuota chica inspiracional.


12 comentarios:

Jorge Arbenz dijo...

Supongo que debería admirarlas, por su esfuerzo, su capacidad de lucha, etc. Lamentablemente soy un hombre sin criterio y, por más señas, amante de todas las indolencias: las deportistas me parecen dos idiotas que se juegan la vida de manera innecesaria.

Maga h dijo...

Las atletas no me inspiraron más que pena, un cierto dolor y hasta una angustia que ando tragando.
No es necesario arrastrarse para llegar a ningún lado que no valga realmente la pena.
¿Qué están queriendo demostrarse?

Fuera del video esta entrada podría tranquilamente ser una servilleteada, una charla rica que si me ha resultado "inspiracional"

Desde mi momento, éste párrafo que copio me pareció brillante y me lo llevo:
"Pero la vida es distinta a una carrera. Es mucho más larga y, si después de fracasar consistentemente en una cosa cualquiera, no se abandonan los intentos, ya se deja de ser pujante, tesonero e inspirador para pasar a ser un hazmerreír, un patético que a lo que no renuncia es a fracasar. Vuelta de hoja, a determinado punto, es respetarse a uno mismo, darse la oportunidad de ver qué no nos funciona, aceptarlo y desviar la energía hacia lo que sí."
Gracias Maestro, me apunto a un cabernet en cualquier momento, me gustaría que a fuego se me graben estas palabras, ya que como dice la vida no es una carrera, es más larga y es real, muy real aunque se suela disfrazarse de metáforas.

Daniel Os dijo...

La gente insiste, Jorge, en tomar enseñanzas de donde menos corresponde… tal vez por la comodidad de un video de tres minutos, que implica menos esfuerzo que leer a Unamuno. Sin embargo, si un muchacho entrena para una maratón, se lo recomendaría.

Un abrazo,
D.

Daniel Os dijo...

No descuente que probablemente, Magah, entre copas se nos aparezca alguna metáfora. Pero solo por el placer de poner las palabras a danzar, jamás pretendiendo estar enseñando de lo que no creo haber aprendido tan bien.

Muchas gracias por conservar ese párrafo, también significa mucho para mí.
D.

miralunas dijo...

adhiero a ese Arbenz,al que he ido a leer. y me he vuelto con la comisura izquierda movidita para arriba.

ahora, elijo dos o tres párrafos de esta entrada, con especial mención del mismo que ha elegido magah.

y por cierto, no soy esa dulce ingenuota inteligente (ni de lejos, mecachendié), pero seguro encuentro un cabernet debajo de mi cama y podría conseguir no sé, un buen queso y rico pan, a falta de terraza.
yo, como el joaquinito, soy alérgica al deporte y al reloj.
le dejo abrazos, querido arty,

Daniel Os dijo...

Cómo no adherir a "ese Arbenz", mi querida Miralú, si es el último hombre coherente de la Madre Patria. Que haya entonces un cabernet próximo, que no nos agarre arrastrándonos a la meta.

Y quesos. Besos,
D.

Claudia Sánchez dijo...

Su texto, impecable, amigo. Con frases de antología. Más de una.
El video me resultó chocante, ¿para qué le voy a mentir? La experiencia me ha enseñado que llegar a la meta a cualquier costo y de cualquier forma, hace que el acto pierda valor.
Abrazos con cabernet,

Daniel Os dijo...

Aunque estoy de acuerdo contigo, Clau, y con sorpresa de ser varios los que compartimos el concepto, admito que el mensaje de abandonar un emprendimiento ante un precio alto, cuesta sostenerlo en un modelo de civilización en que el éxito goza de tan buen prestigio y se lo mide a cada paso que uno da.

Será cuestión de comenzar a redefinir varias cosas.

Éxitos,
D.

Chaly Vera dijo...

Vencer- ganar -perder -enfrentrar -huir y mil palabras que a veces no dicen la verdad.


Abrazos

Mercedes Pajarón dijo...

Jorge Arbenz me ha leído el pensamiento...
A ver, a ver, que hay que darle valor al esfuerzo y al sacrificio cuando uno cree ciegamente que vale la pena, pero no hay que olvidar que la vida son cuatro días y que ser autocomplaciente, autoindulgente y un poco hedonista tampoco está nada mal.
Y otra cosa: hay que saber dónde están los propios límites y aceptarlos. Yo, por ejemplo, siempre he sido malísima en matemáticas y no por ello me metí a estudiar ciencias exactas, para superarme a mí misma y blah blah blah. Tirar la toalla cuando uno es consciente de que hay que tirarla es una muestra de inteligencia, qué narices.

Me hizo usted hablar más de la cuenta; en eso sí que soy rematadamente buena, maldita sea. Un beso.

Daniel Os dijo...

Rescato su reflexión, Chaly, y comienzo a sostener que verbalizar nos ayuda a expresarnos con la misma intensidad con que callar asegura que algún irresponsable nos endose sus ideas.

Un abrazo,
D.

Daniel Os dijo...

Presiento, Mercedes, que hemos entendido mal el concepto de sacrificio y esfuerzo (si me apuran culpo abiertamente a las Escrituras Sagradas).

La tolerancia extrema y el desfallecer por una causa tiene tan bella aceptación entre nuestros pares que algunos han comenzado a olvidar que además de aprender cooperación de un perrito, podemos aprenderla de Chagas y Mazza; que además de aprender superación de una atlteta cansada, podemos aprenderla de John Nash o que además de emocioanrnos con las citas célebres de los posters de una quinceañera, podemos pegarle una leída a la obra de Adolfo Pérez Esquivel.

Pero no hay tiempo para nada y nos da culpa hablar hasta darnos por expresados… somos ciudadanos del siglo veintiuno.

Un beso,
D.

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